15 diciembre, 2019

Las Acciones Virtuosas, Esencia del Yoga

Para la mayoría de los occidentales, “virtud” es una palabra pasada de moda, un concepto anticuado y poco práctico, pero según las tradiciones espirituales la virtud es el principio fundamental de toda acción. Aunque en el yoga se considera que la realidad suprema está más allá del bien y del mal, se reconoce la necesidad de cultivar la acción, el habla y los pensamientos justos. La virtud aparece vinculada tradicionalmente con el principio del mérito, por la que la distinción entre acciones meritorias y no meritorias depende de su origen, que puede ser virtuoso o inmoral. De hecho el mérito (punya) es fruto del buen karma, es decir, del efecto que ejerce en la mente una actitud física, verbal o mental positiva.

Las actitudes positivas son la amabilidad, la compasión, el amor, la no violencia, la generosidad, la paciencia, la alegría, la correcta comprensión, y otras que dejan una huella positiva en el fondo de la mente.
En cambio, las actitudes negativas son el autoengaño, la ira, la avidez, la violencia, la avaricia, la falta de consideración, la impaciencia y otras similares, que también dejan huellas kármicas en los niveles más profundo de la mente. Esas huellas, o depósitos, son semillas que brotarán en el futuro y tendrán efectos positivos o negativos. La virtud es un aspecto fundamental de la auténtica práctica espiritual.

En el yoga clásico y en todas las demás formas de yoga, la conducta ética es la primera etapa del óctuple sendero que conduce a la Liberación. No podemos ser deshonestos y confiar desarrollarnos en el plano espiritual. Lo que se espera de nosotros como practicantes es que seamos capaces de relacionarnos armoniosamente con los demás mediante el ejercicio de las virtudes milenarias de la no violencia, el abstenerse de no robar, la honestidad, el desapego y el celibato.

Quienes dicen haber despertado o estar cercanos al despertar, deberían practicar con generosidad estas y otras virtudes, reconocidas como principios de validez universal en todas las religiones y tradiciones espirituales.


Sárasvati, diosa del Conocimiento, del aprendizaje
y de la ciencia, de las artes, de los pensamientos
veraces y del perdón. Considerada la madre de
los Vedas, en el Vedanta es la energía femenina
(Sakti) y el aspecto del conocimiento de Brahman.


La búsqueda de la Liberación no puede darse a espaldas de la ética, no en el sentido de la moral burguesa que es sólo un síntoma de ansiedad, sino de la auténtica moralidad de los que se interesan sinceramente en el bienestar y la libertad de los demás.

Según el yoga hindú, la vida mundana está motivada por tres factores conocidos como “los tres venenos” o “los tres engaños”: la ignorancia (moha), la ira (krodha) y el apego (lobha). En la literatura budista también se hace mención a esta tríada, aunque en algunos textos se dice que los tres venenos mentales son el deseo (rāga), la ira (krodha) y la ignorancia (moha). En este contexto el deseo corresponde al apego del yoga hindú. El apego también aparece como un obstáculo en el yoga jaimista, en el Tattva Artha Sūtra (8.10), se mencionan cuatro pasiones (kashāyas): la ira (kroha), el orgullo (māna), el engaño (māyā) y el apego (lobha). En el Jainismo se reconoce que este último sigue presente en un practicante durante mucho tiempo y se sostiene que, incluso, en la décima de las catorce etapas del desarrollo interior subsiste un “resabio” de apego.

Todos estos factores tienen su origen en la ignorancia espiritual (avidhyā), que es la causa de todos nuestros males, porque nos oculta nuestra verdadera naturaleza: la conciencia infinita. La ignorancia es la que nos lleva a suponer que somos un ser independiente que se identifica con un cuerpo-mente limitado y las muchas vivencias limitadas que esto genera.
Como seres aparentemente limitados nos creemos aislados de todo lo demás y de allí surge la necesidad de expandirnos hacia el mundo, que en apariencia es objetivo. Lo que nos lleva a hacerlo es el afán de apropiarnos de una porción cada vez mayor del mundo del que nos hemos alejado artificialmente; esta apropiación o este aferrarnos es lo que se conoce en el yoga como “apego”, para el que basta con dejarnos llevar por los sentidos.

Extracto del libro The Deeper Dimension of Yoga: Theory and Practice (La Dimensión más profunda del Yoga: Teoría y Práctica), de Georg Feuerstein.