20 febrero, 2020

¿Qué es la iluminación? ¿Cómo se consigue?

El término «iluminación» se suele usar para traducir el término bodhi, que literalmente significa «despertar». Por eso, a Siddhārtha Gautama se le llama «el buddha», es decir, «el despierto».
¿Y de qué despertó Buda? Del sueño de la ignorancia: todos estamos dormidos, creemos que vivimos en un mundo hecho de cosas estables, sustanciales y que, por serlo, nos pueden dar la felicidad.
En realidad, todo es fugaz e insustancial y, por eso, si nos apegamos a cualquier cosa estamos condenados a sufrir innecesariamente. Por el contrario, cuando se despierta a la realidad se supera el apego y se alcanza un estado de ecuanimidad, paz y libertad interior; y, como ya no hay obstáculos para empatizar con los demás seres sensibles, nacen un gran amor y una compasión universal.

Otras tradiciones espirituales como el Yoga, el Vedanta, el Taoísmo, etc., también afirman que el sueño de la ignorancia es el origen de todos nuestros males y que tenemos que despertar al conocimiento directo de la realidad de nuestro verdadero ser (el púrusha), lo Absoluto (Brahman), el Dao, etc. Pasar de la ignorancia al conocimiento de la realidad: eso es el despertar espiritual, más conocido como «la iluminación».



Gandhāra, arte grecobudista.
Representación de Buda acompañado de su protector
Vajrapani bajo la forma de Haracles (a su derecha).
En el Budismo
Mahāyāna, Vajrapani es considerado tanto un
guardián del Dharma como un Bodhisattva, mientras que en la
Mitología Griega, Heracles (héroe y semidiós) destacaba por el
atributo de su fuerza extraordinaria.




¿Cómo se alcanza el despertar?

Cada tradición propone un camino: el Noble Óctuple Sendero del Budismo; las Ocho Etapas del Yoga de Patáñjali; las Nueve prácticas del Yoga de la Devoción; la escucha, reflexión y meditación del Advaita Vedanta; los ásanas, pranayamas, mudras, bandhas, shatkarmas y meditación en el sonido interior del Hatha Yoga tradicional; las Siete Moradas del Castillo Interior de Santa Teresa; etc, etc.

Todos los caminos espirituales tradicionales tienen una primera fase más centrada en el cultivo de virtudes éticas (no violencia, veracidad, no robar, etc.); después viene una fase más ascética, de dominio de la propia voluntad y control del cuerpo y de la mente; y culminan en una etapa más contemplativa, mística, de experiencia directa de lo Trascendente.

Este conocimiento directo es precisamente ese despertar o iluminación que, cuando se convierte en habitual y espontáneo, supone la liberación definitiva de todas nuestras aparentes limitaciones, la plenitud de la vida en la comunión con todo y con todos. Esa es la meta última de la existencia, la Vida Divina de la que hablaban Sri Aurobindo y Swami Sivananda; y cada vez que extendemos la esterilla de Yoga o cruzamos las piernas intentando meditar nos acercamos un poco más a Ella.

-Javier Ruiz Calderón-

Con una larga trayectoria en el estudio, la práctica del Yoga, el Vedanta y la meditación, la publicación de libros y numerosos artículos además de la práctica de la docencia, Javier Ruiz Calderón es doctor en Filosofía especializado en el pensamiento de Asia y Filosofía de la Religión, y profesor en la Universidad Pontificia Comillas (Madrid).