13 febrero, 2016

Un Breve recorrido por La Filosofía del Yoga

Tal y como se cree de forma errónea, el yoga no es solo una disciplina física limitada a realizar ciertas posturas o ejercicios respiratorios. 

Tras la palabra yoga se encuentra una milenaria filosofía que hasta nuestros días demuestra su vigencia. En el Bhagavad-Gita a veces llamado la “Biblia” del hinduismo, se encuentran capítulos enteros referentes al yoga, pero sería con posterioridad, con el texto clásico de los Yoga Sutras de Patanjali, donde quedaría plasmada la filosofía del yoga.

Hace aproximadamente tres mil años Patanjali regaló a los practicantes de yoga el Ashtanga Yoga (El yoga de los ocho estadios o miembros) también llamado Raja Yoga.

Sus objetivos son el control de las alteraciones mentales, la reducción del sufrimiento, el desarrollo de la espiritualidad, así como la capacidad de discernir entre lo "bueno" y lo "malo".

Ashtanga Yoga:
Los ocho estadios o miembros del yoga son: Yama; abstenciones mentales y morales. Niyama: disciplinas física y mental. Asana: postura. Pranayama: regulación de la fuerza vital a través de la respiración. Pratyahara: interiorización y la emancipación y control de los sentidos. Dharana: concentración. Dhyana: meditación. Samadhi: éxtasis espiritual.
De acuerdo con Patanjali (considerado fundador del yoga y compilador del principal texto yóguico los Yoga Sutras) todos estos estadios o miembros tienen que estar incluidos en el proceso de Sadhana (práctica), para poder alcanzar el ideal del yoga. De entre estos ochos estadios, los dos primeros, Yama y Niyama, son a menudo abandonados por el practicante o incluso peor, no enseñados por el maestro. Sin embargo todo practicante debe recordar que la práctica del yoga, ante todo y sobre todo, debe de estar construida sobre estos dos pilares.
Yama (disciplinas éticas) y Niyama (auto purificación) hacen al yogui, física, mental, moral y espiritualmente digno, para continuar con la práctica del yoga.

Los cinco grandes principios universales de Yama trascienden cualquier definición cultural o religiosa, a saber: Ahimsa (no violencia, incluyendo a los animales) Satya (la verdad), Asteya (la no avaricia), Bramacharya (control del placer sensual) y Aparigraha (la no posesión de riqueza más allá de la necesidad), disciplinan las facultades de acción del ser humano, las cuales son sus manos, las piernas, los órganos genitales y el habla.





Los principios de Niyama, son: Saucha (la limpieza), Santosha (el contento), Tapas (austeridades y el ardiente deseo de autoconocimiento), Swadhyaya (el estudio de la escrituras que ilumina la inteligencia) e Ishwara Pranidhana (la entrega al Señor); todas ellas purifican las facultades de percepción de los ojos, los oídos, la nariz, la lengua y la piel. 

Asana lleva a la máxima expresión estas facultades de acción y percepción dominadas y las armoniza con el funcionamiento orgánico del cuerpo. Asana no solo consigue todo eso, sino que también conserva los conductos de la totalidad del sistema nervioso libres de obstáculos, de modo que cuando se practica Pranayama, la energía o prana, que es inspirada es obligada a fluir sobre todas las fibras nerviosas. Pranayama aquieta las tensiones del cuerpo y de la mente y despliega la brillantez del intelecto. Pratyahara (la renuncia de los sentidos a los objetos que los atraen) ilumina y muestra el camino hacia la autorrealización. Dharana (la concentración y sujeción firme de la mente) y Dhyana, la meditación en la Divinidad, hacen que nuestro ser sea conducido a la absorción total en la felicidad eterna, la meta del yoga, el Samadhi.

Patanjali y los Yoga Sutras:

Patanjali fue un gran maestro del yoga. Es reconocido en la tradición hindú como una encarnación de Ananta Shesha (la serpiente celestial) sobre la cual descansa el Señor Vishnu, el conservador del mundo. Se dice que vivió en el siglo V antes de Cristo. Un ser encarnado para ayudar a la humanidad. Surgido por voluntad propia, es considerado un ser inmortal.

Patanjali nació de una gran yoguini llamada Gonika, que había consagrado su vida a la espiritualidad. Cayó en forma de serpiente en el hueco de sus manos mientras ella estaba ofreciendo al Sol una oblación de agua. De ahí que se le llamara Patanjali, de Pata, que significa “serpiente” o “caído”, y Anjali, que significa “manos unidas en oración”. Se le representa en la forma de la deidad con torso de hombre y la cola enroscada de una serpiente, ya que Patanjali se adaptó al nivel humano, experimentándolo y venciendo las penas y alegrías de la existencia humana, cuyo resultado es su tratado sobre el yoga, los Yoga Sutras.
En estos aforismos explica claramente y sin reservas los caminos para superar las aflicciones del cuerpo, las fluctuaciones y vacilaciones de la mente, para que así se pueda gozar de la felicidad pura. Incluso después de tantos siglos, sus inmortales palabras resultan tan atractivas, absorbentes y frescas. 

Los Yoga Sutras son 196 aforismos divididos en cuatro capítulos. Estos aforismos, que cubren todos los aspectos de la vida, comienzan con un código de conducta y finalizan con un estudio de la meditación, llevando la mente hacia un estado de armonía y equilibrio.
Este proceso pone al cuerpo, a la mente y a la conciencia del yo del practicante en sintonía con la luz del alma. Los Yoga Sutras de Patanjali es el texto autorizado y reconocido por todas las escuelas de yoga, y es la fuente de todas las obras posteriores, como el Hatha Yoga Pradipika, Gheranda Samhita y otros. Cuando las ideas y los procesos de pensamiento del aspirante a yogui se vuelven más claros, sobre la base de una moralidad pura y de un desarrollo intelectual firme es cuando se debe de comenzar un estudio profundo de los Yoga sutras, y llevarlos a la práctica. La práctica completa del yoga (con sus ocho miembros o estadios) protege al practicante de la comisión de actos indignos, deshonestos, no espirituales, irracionales, no virtuosos. Le hacen valiente para enfrentarse a los ataques de las perturbaciones físicas y mentales que obstaculizan el camino del yoga. La inmunidad a tales problemas aumenta, la intimidad con el yo eterno se desarrolla y la persona resulta verdaderamente iluminada con el yoga.

La gracia de Patanjali y los Yoga Sutras descienden sobre el yogui y le conducen a beber completamente el néctar del yoga, que es salud y paz en el cuerpo, serenidad en la mente y felicidad eterna en el alma.

Raja Yoga o Yoga Real

El término Raja Yoga significa Yoga Real. Se trata de una denominación tardía en la historia del yoga que se popularizó definitivamente en el siglo XVI d.C.


Como categoría, el Raja Yoga se corresponde con el Yoga expuesto por Patâñjali o más bien con el denominado “Camino Real” del Óctuple Sendero (Ashtângayoga). Por tanto, el Raja Yoga es el Yogadarshana o Yoga Clásico, tal como se expone de forma concisa en los Yogasutras de Patanjali.


Hay otros significados para el compuesto Raja Yoga. Éste podría referirse al hecho de que el yoga de Patañjali fuese practicado por reyes, concretamente por el Rey Bhoja del siglo X d.C., autor de un conocido comentario sobre los Yogasutra.

Raja y Hatha:
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El Raja Yoga se contrasta a menudo con el Hatha Yoga, en cuyo caso se considera al Raja Yoga como el conjunto de las prácticas espirituales más elevadas, mientras que al Hatha Yoga se lo considera como un sistema de purificación, de disciplina preparatoria. Esta distinción se popularizó a partir del siglo XI d.C., en un intento de integrar el camino de ocho pasos (ashtângayoga) de mayor renuncia y meditación, con las novedosas enseñanzas corporales del Hatha Yoga tántrico.
La idea que subyace tras el apelativo Raja es que este tipo de yoga es superior al Hatha. Este último se dice que lo practican quienes no pueden dedicarse exclusivamente a la sagrada práctica de la renunciación y la meditación. En otras palabras, el Raja Yoga se considera como el yoga de los auténtico héroes del entrenamiento mental. Sin embargo, no se debe caer en el error de considerar esta afirmación como exclusivamente cierta. El Hatha Yoga posee también intensas prácticas meditativas y, ciertamente, puede llegar a proporcionar experiencias tan profundas como el Raja. Desgraciadamente, tanto los practicantes occidentales como los de la India no siempre respetan los objetivos espirituales o las bases éticas de este camino y, a menudo, consideran el Hatha Yoga como una especie de gimnasia o cosmética corporal.
El Hatha Yoga Pradipika, que busca construir un puente entre estos dos caminos, afirma:
“Sin rajayoga no hay prithivi; sin rajayoga no hay noche; sin rajayoga son inútiles todos los mudra”. (3.126)
Este verso contiene un sutil juego de palabras sobre el vocablo Raja. El comentario Jyotsnâ sobre este texto medieval considera las palabras tierra y noche de forma simbólica, de tal forma que la primera se refiere a la cualidad de la estabilidad (sthairya) de las posturas de yoga (âsana), mientras que la segunda se refiere a la ausencia del flujo vital en la práctica de la retención del aliento (kumbhaka).


Esoterismo:
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En un nivel de significado mucho más esotérico, se puede contemplar en la palabra Raja una referencia oculta al sí-mismo-trascendental, como el último legislador, o rey del complejo cuerpo-mente. Además, el sí-mismo se describe a menudo como el “luminoso” o “resplandeciente” (râjate); un adjetivo que tiene la misma raíz verbal queraja. También, el término Raja podría referirse al “Señor” (îshvara) o Dios, que es considerado por Patañjali como un sí-mismo especial entre los incontables sí-mismos-trascendentales.
El Yoga Shikhâ Upanishad, compuesto entre los siglos XIV y XV d.C., proporciona una interpretación completamente esotérica (tántrica). Explica el Raja Yoga como la unión entre rajas y retas, o los principios creativos femenino y masculino, respectivamente:


“En medio del perineo (yoni), en el gran sitio, reside escondido Rajas, el principio de la Diosa, que se asemeja a las (rojas) japâ y bandhukâ (flores).


El Raja Yoga se llama así debido a la unión (yoga) entre rajas y semen (retas). Una vez logrados los poderes paranormales tales como la miniaturización, gracias al Raja Yoga, el yogui se vuelve resplandeciente (râjate)”. (1.136-8)


El rojo principio mencionado en esta cita, Rajas, se identifica a veces con la sangre menstrual, otras veces con las secreciones hormonales femeninas y, en otras ocasiones, con el óvulo. Esta última interpretación es la de mayor sentido simbólico, pues la unión del semen y el óvulo conduce a un nuevo ser; en este caso, metafóricamente, a la condición de iluminación. 


En el aspecto metafísico, rajas y retas son los principios energéticos femenino y masculino, respectivamente. Su perfecta armonización (samarasa) se cree que provoca un salto hacia el enstasis no cualificado. Pero todas estas explicaciones son propias del simbolismo tántrico más que de la escuela filosófica de Patañjali.






El Raja Yogui:


Sería justo decir que el raja yogui es el psicólogo del yoga, ya que se inclina hacia el desarrollo metodológico y científico de la capacidad psicoespiritual del ser humano, con el propósito de “despertar” al verdadero mundo de lo real.


Por temperamento, el raja yogui es curioso, investigador y proclive a la experiencia intelectual, pero lleva a cabo su experiencia de lo real de un modo directo en lugar de hacerlo mediante una sistemática combinación de prácticas del tipo Bhakti, Karma y Jñâna.

La ventaja del Raja Yoga es que es un sistema muy preciso, accesible a cualquiera, sin tener en cuenta su estado espiritual. El Raja Yoga es una ciencia en la que cada fase que se alcanza procura un grado creciente de paz y sabiduría. Cualquier principiante puede engancharse a la escalera del Raja Yoga y emprender prácticas que le conducirán finalmente a la cúspide del samâdhi. Además, el Raja Yoga se ha explorado de forma tan precisa que su sistema se ha descrito con gran exactitud, haciendo posible para el aspirante trabajar dentro de un entramado contextual, en el que es posible entender los logros y los obstáculos.
La desventaja del Raja Yoga es que para subir realmente a su cúspide se debería vivir una existencia más bien aislada. El Raja Yoga requiere grandes periodo de tiempo para la meditación en una forma que se hace mejor en aislamiento. De la misma forma, exige largos sâdhana para los cuales el aspirante contemporáneo probablemente no tiene tiempo.


Práctica:
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La práctica del Raja Yoga es el ashtângayoga de Patañjali, que culmina inexorablemente con las prácticas de meditación más sofisticadas y científicas. La meta del Raja Yoga es el logro del samâdhi, un estado de conciencia divina accesible al practicante contemplativo en inmovilidad. El raja yogui busca sosegar todos los aspectos de su cuerpo y mente, y entra en un estado trascendente más allá de la naturaleza. Algunas escuelas definen el samâdhi más elevado como teniendo lugar cuando la respiración se ha detenido, obviamente es necesario que el cuerpo permanezca en una postura inmóvil.
.José Antonio Offroy, Profesor de Yoga.
Autor y administrador de Yogadarshana, Yoga y Meditación
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Hatha Yoga, el Yoga de la Disciplina Física

El vocablo hatha proviene de las raíces ha y tha (sol y luna). Está referido a las dos cualidades, solar y lunar del fluído o prâna vital del cuerpo. Es el yoga de la fortaleza y armonía del cuerpo. En este sentido, es el equilibrio entre la respiración solar o de la fosa nasal derecha y la respiración lunar o de la fosa nasal izquierda. Asimismo puede traducirse como la unión de las energías prâna y apana.
El principal objetivo del Hatha Yoga, es lograr el máximo equilibrio entre el cuerpo físico, la mente y la energía vital, o prâna. Pretende, no sólo fortalecer el cuerpo, sino también armonizar y equilibrar todo el sistema nervioso con una serie de ejercicios en los que interviene la respiración (prânâyâma). También se incluyen determinadas purificaciones corporales (kriyâ) y trabajos gestuales (mudra). Actúa fundamentalmente sobre el cuerpo físico y la respiración procurando una salud perfecta.

Origen y desarrollo:
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El Hatha Yoga es un desarrollo medieval. Fueron los adeptos al Tantrismo los que iniciaron la visión dinámica del universo, creando una nueva actitud hacia el cuerpo humano y la existencia física en general. En el Kula Arnava Tantra se expresa esta actitud:
¿Cómo puede lograrse el objetivo humano sin el cuerpo? De esta forma, en posesión de un cuerpo, se deben efectuar acciones meritorias (punya) (1.18). Entre los 840.000 tipos de seres vivos, solo a través del cuerpo humano puede adquirirse el conocimiento de la Realidad (1.14).
Dentro del Tantra, el movimiento Siddha utilizó técnicas que constituyeron más adelante la “cuna” del Hatha Yoga. Especialmente las escuelas de los Nâthas, en la zona de Bengala, y de los Mahesvaras, en el Sur de la India.
Concretamente, la tradición hindú asocia la creación del Hatha Yoga con Goraksha Nâtha y su maestro, Matsyendra Nâtha, hacia el siglo X d.C. El término nâtha significa “señor” o “maestro” y se refiere al yogui que disfruta tanto de la liberación como de los poderes paranormales (siddhi).

Matsyendra recogió la tradición de los Kaula y fue el creador del Nâthismo, aunque legendariamente se considera que la fuente del linaje Nâtha pertenece al mismo Shiva y a veces se le invoca como Âdinâtha (Señor Primordial).
Sin embargo, la invención del Hatha Yoga se atribuye expresamente a su discípulo Goraksha, aunque bastantes prácticas de esta escuela existían desde mucho antes. A su vez, Goraksha fundó la escuela Kâmphata, que hoy en día aún tiene adeptos repartidos por toda la India en forma de eremitas y grupos monásticos.






En la imagen: Altorrelieve de un ser antropomorfo sentado con las piernas cruzadas, originario de la cultura del Valle del Indo. Se estima que este hallazgo encontrado por el año 1.920, data de los años 2.600 a. C. al 1.800 a. C. 
Según su descubridor, el arqueólogo británico John Marshall, se trataría del Dios hindú Shiva en su aspecto Pashupati o "Señor de las Bestias". De ser así se trataría de la primera representación histórica de Padmāsana o Postura del Loto.


Textos:
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Existen diversos textos sobre Hatha Yoga, pero los más renombrados de esta tradición son el Hathayogapradipika, el Gherandasamhita y el Shiva Samhita, los cuales tratan del fortalecimiento y la purificación del cuerpo físico; los nâdis en el denominado cuerpo sutil; la práctica de âsanas o posturas que están concebidas para estimular las glándulas, vitalizar el sistema nervioso y lograr un desarrollo psicofisiológico pleno, utilizando el cuerpo y la mente como instrumentos de evolución espiritual; el prânâyâma que regula, por su parte, la respiración para alcanzar el domino de la energía vital o prâna, que opera en el cuerpo y ayuda a controlar la mente; los métodos de limpieza y purificación o kriyâ y la aplicación de cierres o llaves denominadas mudras, siendo una de sus finalidades la de despertar la energía en estado latente denominada kundalini.
Además de las Yoga Upanishads, otras obras importantes, atribuídas todas al yogui Goraksha, son el Goraksha Paddhati, el Goraksha Shataka, el Goraksha Samhitâ, el Hatha Dîpikâ, el Jñâna Amrita, el Amanaska Yoga, el Amaraugha Prabodha y el Yoga Mârtanda.

El cuerpo divino:
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El objetivo fundamental es el mismo que el de cualquier otra forma de yoga: transcender la conciencia egóica y realizar el sí-mismo-esencial o Realidad divina. Sin embargo, la tecnología psicoespiritual del Hatha Yoga se concentra especialmente en desarrollar el potencial físico de tal forma que el cuerpo pueda resistir el asalto de la realización trascendental. Normalmente, se piensa que los estados enstáticos como el samâdhi son simples sucesos mentales, lo cual no es cierto. Los estados místicos de la conciencia pueden ejercer un profundo efecto en el sistema nervioso y en el resto del cuerpo. Los practicantes de Hatha Yoga creen que a menos que el cuerpo se purifique y prepare adecuadamente, los más elevados estados de concentración, meditación y énstasis resultan virtualmente imposibles de lograr. El hatha yogui, por tanto, se esfuerza en fortalecer el cuerpo, en construir un “cuerpo divino” (divya—sharîra) o un “cuerpo adamantino” (vajra—deha) que le procure la inmortalidad en el reino de lo manifiesto. Después de todo, la experiencia de unión enstática tiene lugar en el estado corporal. El hatha yogui busca no solo la iluminación, sino también un cuerpo transcendido que le permita gozar del universo manifiesto en sus distintas dimensiones.

Sin embargo, los practicantes de Hatha Yoga han sacrificado a menudo los elevados ideales espirituales y se han establecido en objetivos menores, quizá mágicos, al servicio del ego. El narcisismo constituye un gran peligro entre los hatha yoguis. Esto ha conducido a algunos críticos a considerar el Hatha Yoga como una enseñanza decadente, o de categoría inferior a otros tipos de yoga.

No obstante, el Hatha Yoga genuino siempre ha exigido ser comprendido como una tecnología psicoespiritual al servicio de la realización transcendental.

En el Hathayogapradipika, este punto se expresa como sigue:
Todas las prácticas del hathayoga y el layayoga no son más que medios para conseguir el rajayoga; quien logre el rajayoga triunfará sobre la muerte (4.103).
Este verso sugiere que el Hatha Yoga y el Raja Yoga deben considerarse sistemas complementarios y que el deseo de conquistar la muerte es un símbolo para la autorrealización completa. Solo el si-mismo-trascendental es inmortal; incluso un cuerpo “divino”, compuesto de materia sutil o energía, antes o después se desintegrará, puesto que todos los productos de la naturaleza están sujetos a la ley del cambio y la entropía.

Prácticas:
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El Hatha Yoga es una rama del yoga que exige al aspirante una colosal cantidad de tiempo dedicado a los procesos físicos, especialmente al prânâyâma (ejercicios de respiración y energía) y las âsana (ejercicios físicos). Las principales técnicas se encuadran en los siguientes grupos:

A - Técnicas de Purificación
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El control de la respiración (prânâyâma) es uno de los medios más directos para despertar la fuerza vital y los primeros yoguis se dieron cuenta que era preciso llevar a cabo una purificación más o menos intensa antes de emprender tal control respiratorio. En consecuencia, se inventaron toda una serie de técnicas de limpieza que preparan el cuerpo para las exigencias de las etapas más avanzadas de la práctica. El Gherandasamhita y el Hathayogapradipika citan seis técnicas (shatkarma) purificatorias distintas.

B - Posturas
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Según el Gherandasamhita (2.1) hay tantas posturas como número de seres vivos. Shiva enseñó 8.400.000 posturas, de las cuales 84 son importantes para los yoguis y 32 de ellas son las que se describen en el texto. De acuerdo con el Hathayogapradipika (1.33), sin embargo, Shiva solo enseñó 84 posturas siendo las más importantes cuatro posiciones de meditación. En los manuales contemporáneos se pueden encontrar descritas alrededor de mil posturas. Algunas están diseñadas expresamente para sentarse largo tiempo en meditación, pero la mayoría persiguen regular la fuerza vital en el cuerpo para obtener equilibrio, salud y fuerza.

C - Sellos y Cierres
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Relacionadas con las posturas se hallan los sellos (mudra) y los cierres (bandha). Los sellos son técnicas más avanzadas que las âsana, en el sentido que mezclan aspectos físicos con prácticas meditativas. Los cierres son una especie de maniobras corporales que buscan concentrar y estimular la fuerza vital dentro del tronco. El Gherandasamhita describe veinticinco mudra y bandha en el capítulo tercero. El Hathayogapradipika describe tres bandhas y diez mudras. En la práctica moderna, los mudras y bandhas se practican conjuntamente con los âsana.

D - Restricción Sensorial
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El pratyâhara se trata de forma superficial en el capítulo cuarto del Gherandasamhita y consiste en la retirada de la atención sobre los objetos externos.
El hecho de que esta práctica se sitúe antes del control de la respiración indica que la respiración yóguica presupone una importante medida de disciplina mental.

E - Control de la Respiración
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El control de la respiración (prânâyâma) es una detallada regulación de la fuerza vital (prâna) en sus diferentes formas. Desde el punto de vista del hatha yogui, el trabajo del yoga es imposible de llevar a cabo sin el dominio de la fuerza vital por medio de la respiración. De acuerdo con el Hathayogapradipika:
Mientras la respiración (prâna) sea irregular, la mente permanecerá inestable; cuando la respiración se calme la mente permanecerá inmóvil y el yogui logrará estabilidad. Por consiguiente, se ha de controlar la respiración (con la práctica del prânâyâma) (2.2). Hay vida mientras haya respiración (prâna). Si la respiración (prâna) cesa, el cuerpo muere. Por consiguiente, hay que practicar prânâyâma (2.3).

Antes de describir las distintas técnicas de control, el sabio Gheranda acentúa la importancia de una dieta y un entorno adecuados. Entre otras recomendaciones, el yogui debe iniciar estas prácticas en primavera o en otoño, cuando no hace excesivo calor o frio. También se enfatiza la importancia de purificar previamente los conductos sutiles del prâna (nâdi), los canales a lo largo de los cuales fluye la fuerza vital.

En el capítulo quinto del Gherandasamhita se describen ocho tipos de control respiratorio, denominados técnicamente “retenciones” (kumbhaka). El Hathayogapradipika también describe ocho técnicas de respiración en su capítulo segundo.

F - Meditación
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En el Hatha Yoga y en el Tantrismo en general, se identifica meditación (dhyâna) con visualización. El Gherandasamhita (6.1) habla de tres tipos de dhyâna:

Visualización sobre un objeto “tosco” (sthûla), por ejemplo la visualización detallada de una deidad.
Visualización sobre un objeto “sutil” (sûkshma), por ejemplo la visualización de lo Absoluto en la forma de punto original del universo (bindu), tal como lo describe el Tantrismo.
Contemplación de lo Absoluto como luz (jyotish).
En los dos últimos casos la atención es sencillamente introvertida sobre la esencia interior (âtman), logrando cierto grado de conciencia unitiva. Generalmente, se explica este proceso en términos del despertar de kundalini que, ascendiendo por el canal central (sushumna), se une finalmente con el sí-mismo-esencial en la cima de la cabeza.

G - Entasis
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La ascensión de kundalini a la cima de la cabeza representa la unión enstática o transcendental (samâdhi) de la conciencia individual del yogui con la conciencia universal, que es el séptimo y último paso del Hatha Yoga.

En el Gherandasamhita (7.3-4) se describe este paso. Igualmente, en el Hathayogapradipika (4.5-7) se encuentran varias explicaciones útiles.

Los estados de samâdhi descritos en estos textos se refieren a los estados superiores de énstasis, es decir, a la realización última o perfecta identidad con la Realidad transcendental. Se trata del nirvikalpa—samâdhi (énstasis sin forma), sinónimo de la liberación o iluminación espiritual. Por tanto, después del arduo y largo viaje, el hatha yogui disfruta de la misma condición de simplicidad máxima a la que aspira también el raja yogui.

José Antonio Offroy, Profesor de Yoga.
Autor y administrador de Yogadarshana, Yoga y Meditación

Yamas y Niyamas

La persona común es incapaz de aislarse de forma absoluta de su entorno. Por esta razón, en los Yoga Sūtras se recomienda una línea de sentimientos a desarrollar ante distintas actitudes de los demás que pueden presentarse y afectar al yogui.
La mente se pacifica produciendo amistad, compasión, alegría y ecuanimidad hacia situaciones de felicidad, desgracia, mérito y demérito, respectivamente (I.33)
El yoga no dispone de un orden moral estructurado “desde fuera”, pero sí proporciona una línea general de conducta ante los demás y ante uno mismo; toda moralidad existe para el yogui en función de la liberación, que es el único bien absoluto. Los Yamas y Niyamas conforman la guía ética del yoga. En occidente, cada vez más, sirven de base para un código ético de conducta entre profesores de yoga y entre éstos y sus alumnos.

YAMAS (principios universales)
Las abstenciones son: abstenerse de causar daño, de mentir, de robar, de placeres sensuales y de riquezas (II.30)

1. Ahimsa: amabilidad, no-violencia, compasión por uno mismo y por los demás. Ser consciente de cómo nos tratamos a nosotros mismos, a los otros y al entorno. Hay que relacionarse con todo y en todos los sentidos con extremo cuidado. Nos dañamos a nosotros mismos cuando tratamos sin respeto a los demás seres vivos y al medio ambiente.

No causar daño (ahiṃsa) es la actitud fundamental. Aunque su estimación sea muy subjetiva, esta actitud debe tomarse en sentido amplio ya que con su práctica el yogui tiende hacia la armonía y la serenidad emocional. Realmente, no es posible actuar sin ocasionar absolutamente daño alguno; la recomendación consiste en optar siempre por la acción menos dañina para los demás. Actuando así, poco a poco se extenderá dicha actitud en el entorno
Cuando la abstención de ocasionar daño se establece en el yogui con firmeza, se abandona toda hostilidad en su presencia (II.35)

2. Satya: verdad de pensamiento, palabra y comunicación. Formular palabras antes de decirlas. Hay que decir la verdad cuando y solo cuando es buena para los demás.

Comunicarse con sinceridad (satya) es otra condición fundamental para relacionarse con los demás; implica valor y dominio de sí para armonizar los actos que se ejecutan con las palabras pronunciadas; sin embargo, al estar sometida a la actitud anterior, la palabra que se profiera nunca debe suponer un perjuicio para otro. Hay que decir la verdad cuando y solo cuando es buena para los demás. Una vez arraigada, esta actitud también se extiende en el entorno
Cuando la abstención de mentir se establece en el yogui con firmeza, las acciones y sus frutos están en conexión (II.36)

3. Āsteya: no robar, no tomar lo que se sabe que no es nuestro. El robo es el resultado de creer que nos falta algo, lo cual es contrario a la ley universal de la abundancia. Primero, hay que rechazar el deseo de apropiarse de lo que no es nuestro; más adelante, hay que trabajar para cambiar la creencia interior que conduce a tal deseo.

La honradez (āsteya) supone el control del deseo por lo material. Tiene que ver con el respeto a los otros, con la humildad personal y con la confianza que paralelamente desarrollan los demás ante una persona honrada.
Cuando la abstención de robar se establece en el yogui con firmeza, surge ante él toda clase de riquezas (II.37)

4. Brahmacarya: moderación sexual, conservación de la energía, abstinencia, celibato. Evitar los excesos sexuales, que suponen la forma más rápida de agotar las fuerzas vitales y desviar al yogui de su camino. No se niega la sexualidad, pero no hay que ser gobernado por ella. El yoga permite liberarse del apego a la sexualidad sin negar sus virtudes.

Brahmacarya, el control sensual, supone perseverancia en el camino hacia la verdad; es la constancia en la práctica del camino elegido ante las dificultades externas que puedan presentarse.
Tradicionalmente se ha llegado a identificar con la castidad puesto que, de acuerdo con su etimología, la palabra hace referencia a la adopción de la forma de vida del seguidor de Brahma, es decir del monje hindú errante, el cual mantenía generalmente voto de castidad. Sin embargo, debe tomarse en un sentido mas amplio (como todas estas recomendaciones de conducta) y adaptarse al entorno social y temporal del practicante. En este sentido, implica el control de los placeres sensuales de todo tipo, para que éstos no dominen al yogui y lo aparten de su práctica.
Esta actitud desarrolla la energía necesaria para avanzar en la práctica.
Cuando la abstención de placer sensual se establece en el yogui con firmeza, se adquiere gran vitalidad (II.38)

5. Aparigraha: confianza en uno mismo, no atesorar, no acaparar, no codiciar, generosidad en espíritu y acción. Aceptar estrictamente lo que se necesita y rechazar el resto. No gastar energía deseando lo que otros poseen (envidia). Autoresponsabilidad (entender que creamos nuestra vida a cada momento), actuar para progresar y conectar con el sentimiento interno de totalidad, son requisitos indispensables para el desarrollo de aparigraha.

Aparigraha es un complemento de āsteya que acentúa la pobreza voluntaria; significa “recibir exactamente lo que es justo” a fin de no crear obligaciones ni ataduras. Supone firmeza en poseer lo justo y necesario. Esta actitud de no acumulación aparta al yogui del deseo material logrando que todos los esfuerzos se encaminen hacia el objetivo final.
Cuando el yogui se establece con firmeza en la abstención de riquezas surge en él todo el conocimiento sobre “el cómo y el porqué” de la existencia (II.39)




NIYAMAS (preceptos individuales)

Las observancias son: limpieza, contentamiento, ascetismo, estudio de sí mismo y devoción al ser supremo (II.32)

1. Śauca: limpieza, pureza, cuidado del propio cuerpo y de lo que le rodea. Nuestro entorno refleja e influye en nuestro interior. Hay que acentuar la limpieza y el orden en todo lo que nos rodea. Cuanto más consideremos nuestro entorno como un templo, más nos acercaremos a lo Divino.

La limpieza o purificación en sentido amplio, śauca, es una actitud personal básica que permite apreciar la imperfección personal y social a fin de alentar el trabajo hacia su eliminación

La limpieza conduce al deseo de protección del propio cuerpo evitando el contacto negativo con cualquier otro (II.40)

La limpieza produce además, purificación mental, alegría, atención, dominio de los sentidos y capacidad para la autoobservación (II.41)

2. Saṃtoṣa: contentamiento, voluntad de aceptar lo que se presenta, lo cual conduce hacia la gratitud. La gratitud y la satisfacción conectan con el sentido de saṃtoṣa.

Saṃtoṣa es algo mas que un simple conformismo pues no es una actitud pasiva sino una actitud de aceptación del “aquí y ahora” para impedir la fuga evasiva hacia el pasado añorado o hacia el futuro ideal de un sueño.
El contentamiento, saṃtoṣa, sirve para desarrollar la ecuanimidad y la humildad, adoptando una actitud totalmente altruista, de desapego ante lo material, todo lo cual llega a proporcionar, por contra, gran satisfacción.
A través del contentamiento se obtiene felicidad insuperable (II.42)

3. Tapas: disciplina, ardor en las propias aspiraciones, fuego, uso del poder de elección para superar tamas, la inercia, y desarrollar un fuerte sentido de plenitud. “No permanezcas demasiado tiempo en una situación agradable”.

Tapas es ascetismo, autodisciplina, fuerza de voluntad, devoción austera hacia la práctica. Significa practicar manteniendo la serenidad ante los opuestos; para ello es preciso desarrollar una gran fuerza de voluntad basada en el interés y la autodisciplina. Correctamente practicado no supone sufrimiento, sino un fuerte sentido de plenitud.
A través del ascetismo, mediante la destrucción de las impurezas, perfección del cuerpo y los sentidos (II.43)

4. Svādhyāya: estudio de sí mismo, estudio de textos. Dedicar cierto tiempo cada día para reflexionar y aprender de nuestras acciones. Leer obras inspiradoras que pueda asimilar nuestra conciencia.

La autoinvestigación metafísica, svādhyāya, se fundamenta, en general, en buscar el máximo acercamiento a la comprensión de la realidad utilizando la reflexión y el estudio. Profundizando en el estudio de sí mismo se avanza hacia la conciencia de la propia ignorancia fundamental.
A partir del estudio de sí mismo surge la conexión con la deidad personal (II.44)

5. Īśvarapraṇidhāna: renuncia a los frutos de nuestras acciones, sumisión a lo Absoluto. No es la acción lo que cuenta, sino la intención que se esconde detrás. Hay que encontrar la forma de hacer que las acciones surjan del amor auténtico y ofrecerlas a lo Divino. Esto conduce a la liberación ante el apego y las ilusiones de éxito y fracaso.

La sumisión a lo absoluto, el desprendimiento, īśvarapraṇidhāna, supone el abandono de todos los frutos de la acción en favor del Sí Mismo Especial (īśvara, Dios, Totalidad, Ello, lo Absoluto, etc) a que se hace referencia en los Yoga Sūtras; con esta recomendación se persigue actuar correctamente, con el fin de cumplir con el propio deber, por el deber mismo.
A través de la devoción al ser supremo se logra plenamente la interiorización completa (II.45)

José Antonio Offroy, Profesor de Yoga.
Autor y administrador de Yogadarshana, Yoga y Meditación