03 septiembre, 2017

El Hinduismo y su actualidad I

Múltiples Hinduismos

Lo primero que sorprende en el hinduismo es la enorme diversidad de sus manifestaciones. Hay hindúes politeístas, henoteístas, monoteístas, panteístas, deístas y ateos. Los hay monistas, dualistas y pluralistas. Hay hinduistas que no creen en la liberación del ciclo de las reencarnaciones y otros que ni siquiera creen en la reencarnación o la interpretan simbólicamente. Unos buscan la salvación por el conocimiento, otros por el control del cuerpo y de la mente, otros por la devoción, los rituales o el servicio desinteresado. Hay muchos dioses distintos, muchas sectas, corrientes, teologías, filosofías y maestros con doctrinas o enseñanzas diferentes e incluso contradictorias. 

En el hinduismo conviven la contemplación mística y los sacrificios sangrientos, la metafísica más sutil, las ciencias empíricas y las supersticiones más burdas. Cada fiel, según sus circunstancias y preferencias, selecciona unos u otros elementos y se hace su propio Hinduismo. Hay muy pocas cosas aceptadas universalmente por todos los hinduistas; la más característica de ellas es, como veremos en el apartado siguiente, la creencia en los Vedas como revelación suprema. Pero las doctrinas de estos textos son tan variadas que han servido para fundamentar muchas formas distintas de religiosidad, todas ellas hinduistas y ortodoxas. Esta gran diversidad de creencias, prácticas, instituciones, etc., ha llevado a algunos especialistas a afirmar que el hinduismo no es una religión, sino un conjunto o familia de religiones. Pero los propios hinduistas se consideran miembros de una tradición común, y parece justo tener en cuenta la autocomprensión de los fieles cuando se quiere entender un sistema religioso. 
Muchos de ellos rechazan el término "Hinduismo" de origen extranjero y llaman a su religión "Sanatana Dharma", la "Ley Eterma". 


Lord Ganesha, una de las principales deidades
del panteón hindú



Esta "ley" única, válida para todos, adoptaría múltiples formas, todas válidas, cada una de ellas más adecuada para una clase de personas según su temperamento, grado de evolución espiritual o circunstancias personales. Los más exclusivistas nunca se considerarán representantes únicos del verdadero Hinduismo, sino, a lo sumo, exponentes del Hinduismo más elevado, del camino más directo para liberarse del ciclo de las reencarnaciones. 

La esencia del Hinduismo:

¿Qué es lo que tienen en común todas estas variedades de Hinduismo? Hay algunos elementos compartidos por todos los hinduistas como un ejemplo de creencia en un cosmos ordenado moralmente. Pero esta es una creencia aceptada por muchas religiones y algunas cosmovisiones no religiosas, no es una creencia únicamente hinduista. En el apartado 1.1 hemos dicho que el Hinduismo es una religión. ¿Qué es lo que la distingue de todas las demás religiones? ¿Cuál es su diferencia específica? Toda religión tiene una o varias concepciones de lo divino. Lo divino es la realidad trascendente a la que debe someterse el hombre para alcanzar su propio bien. Una persona religiosa es una persona que cree en algo divino. La creencia en lo divino va unida, según la definición, a una idea del bien del hombre y a unas prácticas o actitudes mediante las cuales se expresa la sumisión a lo divino. 

Hay concepciones muy diferentes de lo divino (como personal o impersonal, como uno o múltiple, etc.), del bien (bienes relativos o absolutos, mantenimiento de un orden precario o paso de un modo de existencia insuficiente a una existencia plena) y de la sumisión a lo divino (fe, sabiduría, concentración, conducta moral, rituales, etc.). 

Para cada religión lo divino se manifiesta a los hombres de modo eminente a través de una determinada mediación: para los cristianos, Dios se revela definitivamente en Jesús; para los musulmanes, en el Corán; para los chamanistas, lo divino se manifiesta en las visiones de los chamanes; para los budistas, en la iluminación de Buda. Esa particular revelación de lo divino constituye el punto de referencia central y originario de cada religión, lo que la distingue de todas las demás. En el caso del Hinduismo, todos los fieles creen que la revelación divina que se halla en la base de su religión es la que se recoge en los Vedas. La aceptación de la autoridad última de los vedas es la única creencia compartida por todos los hinduistas y sólo por ellos. Es el núcleo esencial, la esencia del Hinduismo. Se puede definir, pues, el Hinduismo como la religión cuyo punto de referencia básico es la revelación de lo divino en los Vedas. Y será hinduista el que crea en la autoridad de los Vedas, el que se identifique con la tradición religiosa que arranca de los Vedas.

Extracto de El Hinduismo y su Actualidad, de Javier Ruiz Calderón.-

Javier Ruiz Calderón, doctor en Filosofía por la Universidad Pontificia de Comillas (Madrid 1992), con una tesis sobre El Yoga del Conocimiento. La práctica del Vedanta no dualista en la Obra de Swami Krishnananda (inédita). Especialidades: filosofía de la religión; filosofías y religiones de la India; Sánscrito y Cultura India. Ha sido profesor de Historia de las Religiones en la Universidad Pontificia de Comillas (Madrid) entre 1992 y 2003 e investigador en el Instituto de Filosofía y Religión "Jnana Deepa Vidyapeeth" (Pune, India) entre 2003 y 2006.Miembro de la Sociedad Española de Ciencias de la Religión, el Instituto de Indología (Madrid), el Bandharkar Oriental Research Institute (Pune, India) y la Sociedad Académica de Filosofía.Colaborador habitud en el Seminario de Filosofía de la Religión del Instituto de Filosofía del CSIC. Socio fundador de la Sociedad de Estudios Índicos y Orientales.

01 septiembre, 2017

El Yoga y su alcance

Yoga y trabajo interior

El Yoga es tan antiguo y a la vez tan actual que Mircea Eliade -practicante de yoga- se refirió a él como «un fósil viviente». Es, sin duda, la técnica liberatoria más antigua del mundo, pues el Yoga arcaico (que ya disponía de eficaces métodos para conducir la mente a un estado de conciencia superior) es muy anterior a la penetración de los arios en la India.
Los primeros yoguis se adentraron en la búsqueda interior con el afán de conectar con conocimientos de orden superior y poder acceder a regiones ignotas de la mente. En el transcurso de los años fue configurándose un cuerpo amplísimo de enseñanzas, métodos, técnicas y prescripciones para la auto superación, la evolución de la conciencia y la conquista de una mente superior a la que el Yoga denomina supramundana, por situarse más allá de las apariencias.
Por su propia experimentación personal, los yoguis fueron concibiendo y ensayando toda clase de métodos de autoconocimiento y autodesarrollo, así como técnicas muy específicas para la contención del pensamiento, el cultivo armónico de la atención, el acrecentamiento de la conciencia, la purificación del inconsciente, el control psicosomático, el desarrollo de la visión esclarecida y la reunificación de las energías dispersas. Como lo más cercano a un ser humano es su propio cuerpo, su mente y las energías que animan a ambos, el yogui convirtió su complejo psicofísico en un laboratorio para efectuar su trabajo, poniendo en práctica innumerables procedimientos para armonizar el cuerpo, la mente y las energías y poder conquistar un tipo de percepción (yóguica) liberadora muy diferente y muy superior a la percepción ordinaria, siempre sometida a error.




El yogui emprendió sin tregua el trabajo sobre sí mismo, al que denominamos, por su carácter, trabajo interior. Se trata de una práctica minuciosamente llevada a cabo para poder conocer la naturaleza real que reside en uno mismo y para aprender a conocer y regular la propia realidad interna. Se trata de superar la ignorancia básica de la mente y de desplegar todos los potenciales internos para superar la desdicha, procurar un sentido de aprendizaje interior a la vida y mejorar las relaciones con uno mismo y con los demás.
Este trabajo es integral, o sea, que se realiza sobre todos los componentes del ser humano: cuerpo, cuerpo energético, órgano psicomental (mente y emociones) y comportamiento. Se conoce ese trabajo interior que es el entrenamiento yóguico como sadhana o práctica espiritual.
El sadhana tiene por objeto la evolución consciente, el autoconocimiento y el autodesarrollo, para beneficio propio y ajeno. En este trabajo sobre uno mismo, el practicante encontrará no pocos obstáculos, pero también buenos aliados internos. Entre los obstáculos se encuentran no solamente las circunstancias externas adversas y el entorno inapropiado y las vicisitudes de la vida, sino también los que derivan del desequilibrio orgánico y de la inarmonía psíquica. Son obstáculos el desasosiego, la pereza, la negligencia, el descontento, la ofuscación, la avidez, el odio y tantos otros, a los que hay que sumar el propio inconsciente desordenado, caótico y el cúmulo de viejos patrones, heridas psicológicas, traumas y frustraciones. También son obstáculos los enfoques incorrectos, los estrechos puntos de vista, el apego a las ideas.
A menudo es la propia mente uno de los escollos más difíciles de superar, porque hay que ir limpiándola de esa ofuscación o ignorancia básica que genera innumerables emociones insanas, del mismo modo que hay que ir aprendiendo a contener el pensamiento neurótico y descontrolado que es fuente de avidez, odio y, en suma, de una gran masa de sufrimiento para uno mismo y para los demás. 

Todas las técnicas del Yoga (incluidas las del Yoga psicofísico) apuntan a la mente para sanearla e iluminarla. De una mente ofuscada todo lo que se deriva es nocivo. Hasta que se somete uno al sadhana adecuado, la mente está dominada por innumerables condicionamientos (muchos de ellos inconscientes) que falsean su visión, ya que ésta está densamente velada por tres «oscurecimientos»: el interpretativo, el reactivo y el imaginativo. La visión liberadora va desencadenándose en la medida en que la mente se purifica, los condicionamientos se resuelven y la percepción se esclarece.
Pero si bien los obstáculos no son pocos en esta senda hacia la paz interior y la sabiduría, también hay dentro de uno mismo un buen número de aliados que se desplegarán para colaborar en la conquista de la quietud y el conocimiento liberador. Son simientes de iluminación que es necesario cultivar para que maduren y reporten sus excelencias. Estos aliados, denominados factores de crecimiento o iluminación, son entre otros: el esfuerzo correcto, la atención vigilante, la ecuanimidad, el sosiego, el contento y la visión lúcida.
Estos factores de iluminación colaborarán de manera eficaz en la superación de uno de los más graves obstáculos, el del ego o la autopersonalidad, que nos desvía de nuestra naturaleza original y nos somete a esclavitud.




Los condicionamientos inconscientes reaccionan generando a menudo el «charloteo» mental, ese pensamiento mecánico y confuso (en las antípodas del recto pensar) que es el ladrón de la felicidad. Tengamos bien presente que la primera definición del Yoga por escrito es «el control de los pensamientos en la mente»; así, todos los procedimientos yóguicos ponen su empeño en controlar los pensamientos mecánicos y neuróticos, para poder conocer un tipo superior de mente que nada tiene que ver con la mente ordinaria, al que se denomina unmani o no mente.

Como el trabajo interior o sobre uno mismo tiene un carácter integral (se extiende a todos los elementos que conforman al ser humano), comporta:
  • Unos ideales yóguicos que son asiduamente cultivados.
  • Un buen número de técnicas psicofisiológicas para intensificar el control psicosomático y mejorar psicofísicamente a la persona. 
  • Un nutrido arsenal de técnicas psicomentales, entre las que se encuentran la retracción de los órganos sensoriales y el recogimiento interior, la concentración, la meditación, la auto indagación, la contención del pensamiento y muchas otras.
  • El cultivo de una adecuada actitud vital, que debe ser trasladada a la vida cotidiana, apuntalada en la atención consciente, la ecuanimidad, el sosiego y la compasión. 
Una ética natural, que estriba en poner medios para que las otras criaturas sean felices y evitarles el sufrimiento. 

Este sadhana (ejercitación) integral compete, pues, al cuerpo, al cuerpo energético, al órgano psicomental y al comportamiento con nosotros y con los demás. El trabajo sobre el órgano psicomental adquiere gran importancia, pues somos aquello que pensamos y sentimos, ya que lo que hay dentro de nosotros tiende a emerger a través del comportamiento. Incluso el Yoga psicofísico (Hatha Yoga) pretende con sus numerosas técnicas no sólo beneficiar los cuerpos físico y energético, sino también favorecer el dominio de la psique.
Este trabajo integral se traslada a la vida cotidiana y el practicante debe tomar su existencia como una práctica interior, tratando de: 
  1. Hacer lo mejor que pueda en cualquier momento y circunstancia.
  2. Hacer con atención consciente y con destreza, sin dejarse alienar por la acción.
  3. No obsesionarse por los resultados, pues los mismos, si han de venir, lo harán por añadidura.
  4. Tratar de que la acción sea menos personalista y egoísta.
  5. Convertir la vida cotidiana en un maestro, aprendiendo a bregar sabiamente y con actitud adecuada con los acontecimientos, circunstancias y situaciones, poniendo en marcha la atención consciente y la firme ecuanimidad. 

La práctica de las técnicas yóguicas va transformando al practicante y le enseña a modificar sus viejos modelos de conducta mental cuando estos son nocivos o perturbadores, para poder conseguir una renovada y más armónica forma de sentir y sentirse.


El Gran Libro del Yoga.
-Ramiro A Calle-