21 diciembre, 2018

Epistemología Budista: Tres Formas de concebir el Mundo

Por Fernando Tola y Carmen Dragonetti

1. Concepción realista del Budismo en sus primeras etapas. En su primer período, desde la sexta centuria a.C. hasta el comienzo de la era cristiana, el Budismo mantuvo solamente una posición realista abierta, un naïve realism (1)
El mundo es real, existe independientemente del hombre quien lo toma con sus órganos sensoriales y quien lo piensa con su mente. Pero en el mundo en su totalidad, sometido a la ley de la causalidad, en el cual cada cosa es un efecto, producto de la conjunción de la multiplicidad de causas y condiciones determinantes, no hay nada substancial, nada que existe in se per se, o nada que exista svabhāvena, por ejemplo, lo que tiene su propio ser que le pertenece a sí mismo y que depende de sí mismo.

Corolarios de esta fundamental concepción no-substancial del Budismo son, por un lado, la no-existencia de Dios, y la no-existencia de un alma en el hombre, por el otro.

Una transformación de la temprana concepción budista de la realidad se produce alrededor del comienzo de la era cristiana, porque la evolución de las antiguas concepciones: la existencia de un mundo externo, la capacidad de nuestros órganos sensoriales y nuestra razón para percibir la naturaleza, comienzan a ponerse en duda. Entonces se constituyen dos grandes escuelas filosóficas: la Escuela Mādhyamika y la Escuela Yogācāra, las que marcan nuevas tendencias en las principales manifestaciones de la filosofía budista.

2. La Vaciedad (Sūnyatā). Concepción “condicionalista” en la Escuela Mādhyamika. La Escuela

Mādhyamika, fundada por el gran filósofo budista indio Nāgārjuna (circa 150 d.C.), construye su peculiar noción de Vaciedad sobre el principio de la Causalidad, mantenido por el Budismo desde su comienzo. La palabra “vaciedad” (Sūnyatā en sánscrito, Stoṇ.pa en tibetano, k’ung en chino, Kū en japonés) significa que las cosas son condicionadas, dependen de causas, carecen de ser propio, o en términos occidentales no existen in se per se, son insubstanciales.

La teoría de la Vaciedad reafirma este principio budista básico, ubicado en el centro del sistema de Nāgārjuna. Pero la teoría de la Vaciedad ofrece también una nueva noción de la existencia que aglutina las dos formas de existencia mantenidas por la concepción realista del Budismo en sus primeras etapas, y por la concepción idealista de la Escuela Yogācāra, posterior al desarrollo de la Escuela Mādhyamika.




De acuerdo a la Escuela de Nāgārjuna, las cosas se presentan ante nosotros en la experiencia cotidiana como compactas, continuas, unitarias, y reciben un nombre único. El estudio de la realidad nos revela que las cosas en verdad están constituidas por partes. Pero estar constituido por partes es un aspecto de la insubstancialidad que caracteriza a todo, puesto que las partes pueden ser consideradas como “causa” de la existencia de cada cosa. La cuerda que nosotros percibimos no existe como una cuerda unitaria, es solamente un agregado de hilos, y a su vez éstos no existen como entidades unitarias, porque son solamente agregados de filamentos, y así sucesivamente. El movimiento es una serie de diversos procesos, los que en muchos casos no pueden constituir en sí mismos movimientos en avance, aunque ellos contribuyen a promover el movimiento de la totalidad a la que pertenecen, como por ejemplo la carrera de un hombre o de un animal; cualquier emoción, pasión, sentimiento, está constituído por un número de procesos mentales o psicológicos, que a pesar de estar compuestos por múltiples elementos reciben un nombre común como si ellos fueran una unidad: amor, odio, miedo, fe. Entonces, de acuerdo a Nāgārjuna, cuando percibimos cosas, ellas realmente están frente a nosotros, pero no son como aparecen. Cuando las examinamos, se disuelven a sí mismas en partes y subpartes, y lo que nosotros habíamos visto previamente, desaparece ante nuestros ojos. Se podría decir que las cosas en cierto modo participan tanto del ser como del no-ser.

La realidad empírica está por lo tanto caracterizada por la condicionalidad, la relatividad, la dependencia, el hecho de ser compuesta, el hecho de ser percibida bajo una forma que no le es propia. La noción de Vaciedad expresa este modo de ser.

3. La concepción idealista de la Escuela Yogācāra.

La Escuela Yogācāra, fundada por Maitreyanātha (circa 300 d.C.), afirma la sola existencia de la mente (cittamātra), de la consciencia (vijñāna) (2)
Para esta escuela la única cosa que existe son ideas, representaciones, creaciones mentales, a las que nada real corresponde. Recordemos que para el Budismo, desde un comienzo, la mente o la consciencia es sólo una serie de estados de consciencia, de actos del conocimiento. Estos actos cognitivos constituyen la mente; no hay una entidad afuera y diferente de ellos, permanente y autónoma que “tenga” estos actos de consciencias, que las “experimenta” como su testigo inalterable u observador. La escuela idealista sostiene esta tesis, pero agrega (contrariamente a lo que el Budismo pensó en su comienzos) que la sucesión de representaciones que constituye la mente, no corresponde a ningún correlato real.

La realidad empírica en la cual nosotros existimos tiene en este camino el mismo estatus ontológico que los sueños o ilusiones creadas mágicamente. Nada distingue la visión de la realidad en la que nos movemos de las visiones oníricas o fantasmagóricas creadas por magos, o de las alucinaciones originadas por sugestiones.

El realismo naïve abrazado por el Budismo en sus primeras etapas, o en el período de desarrollo de las sectas que siguieron a la muerte del Buddha, ha dejado lugar a una perspectiva extremadamente idealista, donde los seres y los objetos desaparecen como entidades reales y donde permanecen sólo entidades de naturaleza mental.

Si para la Escuela de Nāgārjuna la realidad empírica deviene el Gran Vacío, para la Escuela Yogācāra la realidad es solamente una Gran Ilusión creada por la mente sumergida en el error.

El prodigioso universo imaginado por los antiguos pensadores budistas, infinito en el tiempo, ilimitado en el espacio, habitado por un inconcebible número de sistemas de mundos, con sus incalculables millones de millones de seres, y con sus incalculables millones de millones de Buddhas guiando los infinitos seres a su Liberación, en una permanente transformación, regulados por leyes de universal validez, ha devenido –en la concepción Yogācāra- un producto de la mente humana, un sueño de esa sombra que es el hombre, quien depende solamente de su propio esfuerzo y que cuenta solamente con la ayuda de la Enseñanza del Maestro, y mira al camino que lleva a la Iluminación -el más alto grado de la inteligencia, conocimiento y consciencia-, el que le permite un reino de paz y silencio, la beatitud de la extinción, el supremo Nirvana.

(1) Cf. Januath Sinha, Indian Realism, Delhi, pp. 160, Motilal Banarsidass, 1972.

(2) Fernando Tola-Carmen Dragonetti: Being as Conciousness (2004); El Idealismo Budista. La doctrina de “solo-la-mente” (1989); La estructura de la mente según la Escuela Idealista Budista (Yogācāra), en Pensamiento, N° 182, Vol. 46 (1990), pp.129-147; Philosophy of mind in The Yogācāra Buddhist Idealistic school, in History of Psychiatry, Vol. 16, Issue 4, N° 64, Cambridge, December 2006, pp. 453-465.


Texto publicado originalmente en Pensamiento, Revista de Investigación e Información Filosófica, Universidad Pontificia Comillas, Serie Especial N° 1, Vol. 63, Número 238, Madrid, 2007.

07 diciembre, 2018

¿Es el Yoga ciencia y Filosofía? (Parte II)

Aplicación científica del método del Yoga

La ciencia y la filosofía exigen proposiciones universales, el conocimiento de las causas y principios y que las proposiciones se enlacen en relación de premisas y consecuencias. Si nos remitimos a las disciplinas y técnicas yóguicas, al margen de los contenidos doctrinales de los Yoga Su̅tras y nos centramos en el método práctico, cabría hacerse algunas consideraciones: ¿Buscamos proposiciones/conocimientos universales cuando practicamos o enseñamos? Si el Yoga es una ciencia, ¿Qué clase de ciencia es? ¿Cuál es su objeto? ¿Hacen ciencia aquellos que dicen que es ciencia en su práctica y enseñanza de Yoga? ¿Hacen ciencia maestros como B. K. S. Iyengar?


B. K. S. Iyengar



Parecen unas preguntas extrañas para un adepto al Yoga, sin embargo, es frecuente leer que el Yoga es una ciencia y una filosofía. Debemos saber de qué estamos hablando si se afirman tales propuestas.

Para facilitar este análisis vamos a clasificar este estudio del Yoga en tres niveles: El Yoga en la salud, en lo mental y en lo espiritual. Buscaremos argumentos a favor y en contra del Yoga como ciencia.

Argumentos a favor y en contra del Yoga como ciencia:

1- En el plano de la salud

1º) Argumentos en contra:

En primer lugar, para que el Yoga sea ciencia ha de conocer los principios y las causas del tema que se propone, en este caso de la salud. Si el objeto de estudio es la salud, el Yoga ha de conocer las causas y principios tanto de la enfermedad como de la salud puesto que ha de ser una ciencia que abarca la salud en su totalidad. Y como ciencia productiva si desea lograr la salud deberá conocer cómo diagnosticar y tratar la enfermedad puesto que ambas, tanto el diagnóstico como el tratamiento, son imprescindibles para eliminar la enfermedad y lograr la salud. Si el Yoga pretende ser una ciencia, ha de tratar en completitud su tema de estudio, es decir, la salud. Si conoce algunas partes y otras no, entonces no conoce el todo y si no conoce el todo, no es ciencia de la salud sino sólo de algunas de sus partes. Así, el Yoga debería ser una ciencia del diagnóstico y del tratamiento.

• La incapacidad de diagnosticar

Es en el diagnóstico encontramos un impedimento para hacer del Yoga ciencia. El profesor de Yoga no posee los fundamentos teóricos para realizar un diagnóstico médico. En situaciones normales, antes de tratar a un paciente, el profesor necesita un diagnóstico, sea de un médico alopático, ayurvédico, etc.

Si el Yoga no puede diagnosticar por sí mismo, depende de otra ciencia y no puede ser autosuficiente. En este caso, sería una ciencia del tratamiento pero no del diagnóstico. Entonces, no sería una ciencia completa de la salud sino sólo de la terapia.

• Carencia de proposiciones universales

Un profesor o adepto al Yoga puede conocer y sentir lo que sucede en su cuerpo pero no conocer la causa y el principio que la motiva. También puede desconocer lo que ocurre fuera de su experiencia e ignorar lo que sucede en los cuerpos de otros. Estas habilidades nacen en la experiencia, pero la experiencia no es suficiente a la hora de convertirla en arte o ciencia. Aristóteles lo explica muy bien en su libro Metafísica, capítulo II:

“La experiencia da lugar al arte y la falta de experiencia al azar. El arte a su vez, se genera cuando a partir de múltiples percepciones de la experiencia resulta una única idea general acerca de los casos semejantes. […] Los hombres de experiencia tienen más éxito, incluso, que los que poseen la teoría, pero no la experiencia. La razón está en que la experiencia es el conocimiento de cada caso individual, mientras que el arte lo es de los generales, y las acciones y producciones todas se refieren a lo individual […]”

Por ejemplo, si me quiero curar de un lumbago con las técnicas de posturas yóguicas (āsanas) y encuentro, por tanteo, - tras haber aprendido de un maestro competente - las sensaciones adecuadas que producen alivio, puedo llegar a desarrollar una cierta sensibilidad sobre qué es beneficioso para mí en particular. En este caso seré un hombre de experiencia porque conozco los hechos y las sensaciones que producen ciertos efectos en mi, pero no seré un artista a no ser que empiece a desarrollar un conocimiento general de esa base experiencial para mi caso particular y para el de los demás. En resumen, si no consigo elevar el conocimiento particular de mi experiencia de los hechos al conocimiento universal, o al menos al conocimiento con un grado satisfactorio de observaciones y repeticiones (sin ser estrictamente universal), no podemos afirmar que el Yoga Terapéutico es ciencia.

• Desconocimiento de las causas y principios

Si un requisito para que el Yoga de la salud sea ciencia es la de formular proposiciones universales, otro requisito de igual importancia es conocer las causas y principios detrás de esas proposiciones. Por ejemplo, el profesor de Yoga puede conocer lo que sucede en muchos individuos con lumbago, pero desconocer su causa o el principio que lo motiva.





De nuevo Aristóteles en Metafísica expone elocuentemente estos matices:

“No es menos cierto que pensamos que el saber y el conocer se dan más bien en el arte que en la experiencia y tenemos por más sabios a los hombres de arte que a los de experiencia. Y esto, porque los unos saben la causa y los otros no. Efectivamente, los hombres de experiencia saben el hecho, pero no el por qué, mientras que los otros conoce el por qué, la causa. […] En general, el ser capaz de enseñar es una señal distintiva del que sabe frente al que no sabe, por lo cual pensamos que el arte es más ciencia que la experiencia. Además, no pensamos que ninguna de las sensaciones sean sabiduría, por más que éstas sean el modo de conocimiento por excelencia respecto de los casos individuales: y es que no dicen el por qué acerca de nada. […] Como todos opinan que lo que se llama sabiduría se ocupa de las causas primeras y de los principios. Con que, el hombre de experiencia es considerado más sabio que los que poseen sensación del tipo que sea, y el hombre de arte más que los hombres de experiencia, y el director de la obra más que el obrero manual, y las ciencias teoréticas más que las productivas”.

2º) Argumentos a favor:

• Capacidad de diagnóstico

Si el objeto de estudio del Yoga en este nivel es la salud, y el Yoga ha de conocer sus causas y principios, se puede argumentar que el Yoga contiene en sus fundamentos teóricos una definición de salud mucho más amplia que la que pueda contener, por ejemplo, la ciencia médica alopática.

Como causas de la enfermedad y la salud, el Yoga no se contenta con referirse a un mero equilibrio físico o fisiológico sino que gran parte de su doctrina está dedicada al equilibrio psicológico y a los principios éticos-morales como causas primeras de los desequilibrios físicos. Si es capaz de descubrir y señalar con universalidad una causa superior por encima de las causas físicas, puede decirse que el Yoga es una ciencia con un objeto de estudio más amplio y elevado que una ciencia que sólo estudia la salud física.

Incluso se puede afirmar que el Yoga señala las causas metafísicas de las que se derivan las aflicciones psicológicas, (véase los aforismos de los Yoga Su̅tras: II.2, II.3, II.4, II.5, II.13, II.16, II.17, II-.18, II.24, II.25, II.26).

Por otro lado, ya en el diagnóstico físico, el Yoga comparte y recibe los conocimientos del Ayurveda (la ciencia antigua de medicina India) con lo que puede diagnosticar en base a estos conocimientos, que son suficientes y autónomos sin depender de otras ciencias. Existe una estrecha colaboración entre Yoga y Ayurveda y, aun hoy, los médicos ayurvédicos pueden recetar tratamientos complementarios como posturas, ejercicios de respiración, mudras, plegarias, meditaciones, etc, y que son parte de las disciplinas yóguicas.
Por ejemplo, el maestro de B. K. S. Iyengar conocía profundamente ambas ciencias, y podía diagnosticar y tratar a sus pacientes. Igualmente, la reconocidísima profesora de Yoga Geeta Iyengar es licenciada en Ayurveda. Esta colaboración entre Yoga y Ayurveda revela una mayor unión e integración entre ciencias. No olvidemos que el autor (Patañjali) del Tratado Clásico sobre el Yoga (Los Yoga Su̅tras) se supone que es el mismo autor (Caraka) de uno de los tratados clásicos de Ayurveda (Caraka Samhitā).

Que el diagnóstico del Ayurveda utilice modelos teóricos diferentes a los de la medicina alopática no lo hace ni mejor ni peor. Muchos médicos ayurvérdicos utilizan métodos de diagnóstico y equipamiento tecnológico prestados de la medicina alopática. Y no existe ningún problema en utilizar lo que funciona con mejores resultados. Sin embargo, los médicos alopáticos suelen ser reacios a estudiar otros modelos médicos. En cualquier caso, el Yoga podría actuar como ciencia terapéutica si se apoya en los conocimientos de diagnóstico de la medicina alopática, ayurvédica, etc.

• Validez terapéutica sin proposiciones universales estrictas

Hemos venido expresando la necesidad de proposiciones universales para hacer ciencia. Sin embargo, este requisito es válido para las ciencias teoréticas. A las ciencias prácticas o productivas no podemos exigirles tal grado de rigor. La ciencia médica alopática tampoco produce proposiciones universales estrictas. Las ciencias naturales tampoco. La terapia del Yoga no es una excepción.

Aristóteles realizó una clasificación de las ciencias que establece diferentes criterios según el objeto de estudio de cada ciencia y según la finalidad. Las divide en tres tipos: Ciencias teoréticas, prácticas y productivas. Por ejemplo, la ciencia teorética que estudia el ser en cuanto ser la denomina filosofía primera u ontología. La ciencia teorética que trata los seres móviles (modificables) y separados (que existen con independencia de que los piense) se llama física. Las ciencias teoréticas no tienen una utilidad práctica, están encaminadas a la aprehensión de la realidad. Las ciencias prácticas y productivas están encaminadas a la acción o a la producción, por ejemplo la ética o la retórica. El fin de la ciencia teorética es la verdad mientras que el de la ciencia práctica es la obra.

Por ello, aunque el Yoga Terapéutico no tenga validez científica en el sentido estricto del término, esto no le quita ni un ápice de valor. Que carezca de validez universal no quiere decir que sea falso. Puede ser verdadero pero no de forma científica estricta. Puede poseer una gran eficacia y valor terapéutico aún sin ser científico. Como hemos visto, el Yoga Terapéutico parece ser un arte que busca la salud, la salud del individuo, no la del hombre como idea general.

Aristóteles en el capítulo II de Metafísica advierte:

“El médico no cura a un hombre, a no ser accidentalmente, cura a Calias, a Sócrates; así pues, si alguien tuviera la teoría careciendo de la experiencia, y conociera lo general, pero desconociera al individuo contenido en ello, errará muchas veces en la cura, ya que lo que se trata de curar es el individuo”.

Al Yoga Terapéutico no se le puede exigir el rigor matemático de una ciencia teorética porque sólo estas ciencias teoréticas operan con contenidos que carecen de materia, como la física, las matemáticas o la teología.

• El Yoga Terapéutico es un conocimiento demostrativo

Como ciencia práctica y productiva el Yoga Terapéutico es un conocimiento demostrativo, es decir, consta de proposiciones que se enlazan en relación de premisas y consecuencias.

• El adepto al Yoga es más científico que un paciente médico

Desde el punto de vista del paciente, la ciencia médica sería mera opinión (doxa) puesto que el paciente delega completamente la función de diagnóstico y tratamiento en el médico. El paciente puede verificar poco por sí mismo, de hecho, deja en manos del doctor su curación sin que sea el sujeto el que colabore en la sanación, como si el sujeto no tuviese ninguna función en la cura.

Esta delegación es una pérdida de soberanía individual, de capacidad científica. El paciente confía en que los diagnósticos y tratamientos le libren de la enfermedad sin saber los hechos, ni las causas.

Sin embargo, y en favor de la terapia del Yoga, el paciente del Yoga Terapéutico, con esfuerzo y disciplina perseverante, se ve obligado a tomar las riendas de su sanación. El adepto al Yoga gana con sudor la salud, activando de forma natural sus propios recursos interiores tanto fisiológicos, éticos y mentales.

Y si existen cambios en su salud no se deben sólo a cambios fisiológicos sino también a causas psicológicas asociados a la disciplina, a la vida ordenada y ética que propone la praxis yóguica.

Para finalizar, al principio preguntaba si el maestro B. K. S. Iyengar hacía ciencia del Yoga Terapéutico. No cabe ninguna duda, que no sólo es un artista, cualquiera que estudie con él o sus profesores afirmaría que es EL Artista (con mayúsculas), del Yoga Terapéutico de todos los tiempos. No es sólo un gran maestro en la experiencia y las sensaciones del yogāsana sino que ha construido un arte completo que incluye las proposiciones generales, las causas y los principios.

Esa debe ser una de las razones por las cuales tantos médicos acuden a las clases terapéuticas que se imparten semanalmente en el instituto IYRM de Pune (India) o en cualquiera de las centros mundiales de Yoga Iyengar donde se imparten Yoga Terapéutico.

Fuente: Vedanta Tradicional: Vedanta, El Yoga de la Objetividad
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¿Es el Yoga Ciencia y Filosofía? Una revisión crítica (Parte I)

La ciencia y la filosofía exigen proposiciones universales, el conocimiento de las causas y principios y que las proposiciones se enlacen en relación de premisas y consecuencias. Si nos remitimos a las disciplinas y técnicas yóguicas, al margen de los contenidos doctrinales de los Yoga Su̅tras y nos centramos en el método práctico, cabría hacerse algunas consideraciones: ¿Buscamos proposiciones/conocimientos universales cuando practicamos o enseñamos? Si el Yoga es una ciencia, ¿qué clase de ciencia es? ¿Cuál es su objeto? ¿Hacen ciencia aquellos que dicen que es ciencia en su práctica y enseñanza de Yoga? ¿Hacen ciencia maestros como B. K. S. Iyengar?

Parecen unas preguntas extrañas para un adepto al Yoga, sin embargo, es frecuente leer que el Yoga es una ciencia y una filosofía. Debemos saber de qué estamos hablando si se afirman tales propuestas.

La diferencia entre opinión (doxa) y ciencia (episteme)

La palabras filosofía y ciencia (episteme) en Grecia eran prácticamente sinónimos. En este artículo vamos a referirnos a esta concepción originaria, sobre todo a la concepción aristotélica con una intención clara: la de aportar unas referencias originarias a la verdadera concepción de ambos términos, en oposición a la concepción moderna que se usa hoy. Desde esta posición podremos entender que nos referimos a ciencia y filosofía en un aspecto amplio y originario, y así ver si el Yoga es ciencia y filosofía, y qué clase de ciencia es.

La opinión es algo que sabemos de oídas y la episteme lo que sabes porque lo has comprobado de forma teorética o empírica. La opinión no sirve de mucho, no se considera saber. Por ello, la ciencia y la filosofía consistirían en transitar desde la doxa a la episteme.




Las ciencias de hoy se apoyan en la división del trabajo y la especialización. Esta división es despreciable para un filósofo ya que éste ha de comprobar por sí mismo todos los axiomas, las proposiciones, los enlaces entre proposiciones y las conclusiones que permiten construir la ciencia y la filosofía. En este sentido hay que advertir que en las ciencias actuales existe cierta opinión (doxa) ya que los científicos se apoyan en las opiniones de otros y nadie conoce ni comprueba, por sí mismo, toda una materia. Así, en las ciencias actuales, por mucho que se considere a la ciencia moderna como la nueva religión infalible, no hay una visión global: ¡La doxa es aceptable en las ciencias!

Tipos de proposiciones

Todo saber es expresable en una proposición. La lógica elemental nos dice que hay tres tipos de proposiciones:

Singulares

El predicado se dice de tantas cosas como dice el sujeto. Por ejemplo, “Todo hombre tiene un precio”.

Particulares

El predicado no se atribuye a tantas cosas como el sujeto sino sólo a algo en particular. Por ejemplo: “Sócrates tiene un precio”.

Universales

Aspiran a ser verdaderas en todo momento. Por ejemplo, “El agua está formada por dos moléculas de hidrógeno y una de oxígeno”. Tanto las proposiciones singulares y particulares no pretenden ser verdad en todo momento y para todos los casos.

Primera tesis: Las ciencias y filosofía buscan las proposiciones universales. Las universales sintéticas (las que amplían el conocimiento) se dividen en dos tipos.

Proposiciones a posteriori
 .
Se conocen a través de la experiencia sensible, a través de la recopilación de datos y observaciones. De estas proposiciones observamos ciertas características:

1 - Nunca tengo certeza. Con la observación sensible no puedo tener certeza completa de no equivocarme. Puedo afirmar algo verdadero pero no con certeza. 
2 - Expresan un estado de cosas (un hecho, una parte de la realidad) que son contingentes.
3 - Expresan estados de cosas que no son algo plenamente comprensible. Si pregunto por el por qué no tiene sentido la pregunta.

Mostremos unos ejemplos. Una proposición particular: “El sol sale”. Si pregunto sobre el ¿por qué? de la salida del sol, la pregunta no tiene sentido. La respuesta es igual de ininteligible que la pregunta. Si pregunto, “¿por qué los materiales nobles no se mezclan?” Un alumno de química podría contestar: “Porque tienen ocho elementos en su última capa atómica”. Tal contestación, no me aporta inteligibilidad. Si sigo preguntando ¿Por qué?, las respuestas siguen siendo ininteligibles: “Porque pierden y ganan otros electrones”. Y así sucesivamente. En este tipo de proposiciones siempre existen constantes que dependen de otras.




Segunda tesis: Las proposiciones científicas son todas a posteriori.

Proposiciones a priori

1 - No se requieren repeticiones ni experiencias.
2 - Permiten certeza, con absoluta seguridad.
3 - Expresan un estado de cosas necesario.
4 - Son plenamente inteligibles.

Ejemplos de proposiciones a priori:

A – La línea recta es el plano más corto entre dos puntos.
B – Dos ángulos se dicen opuestos por el vértice cuando los lados de uno son semirrectas opuestas a los lados del otro.
C – 5 + 7 = 12

Las matemáticas cumplen los criterios de estas proposiciones. Serían verdaderas en todo mundo posible. Otro ejemplo no matemático sería la proposición: “La responsabilidad presupone libertad”. Parece que es verdadera y no la he descubierto con pruebas y experiencias. También parece necesaria e inteligible ya que tiene sentido preguntar el por qué. Otro ejemplo: “Algo verde no es rojo”.

Tercera tesis: La filosofía consta de preposiciones universales a priori.
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¿Cómo puedo conocer las proposiciones universales a priori (las verdades filosóficas)?

Existen dos métodos:

Directo o inmediato: A través de la intuición sensible o la intuición intelectual directa.

Indirecto o mediato: Son los argumentos a través de otras verdades que se adquieren por deducción o inferencia. En estos dos métodos hay un trayecto, son discursivos.
En la deducción es absolutamente imposible que las premisas sean verdaderas y la conclusión falsa. En la inferencia es posible que las premisas sean verdaderas y la conclusión falsa. En la inferencia, que se basa en la observación sensible, se extrae una conclusión mediante abstracción pero siempre es posible que en el futuro me decepcione, puesto que es una proposición a posteriori y no a priori (no es absolutamente necesaria).

Volvamos a nuestra pregunta inicial…

¿Es el Yoga ciencia y filosofía? Aplicación científica y epistemología del Yoga

Podemos analizarlo desde el punto de vista de la aplicación práctica del Yoga como método, es decir, si lo que promete el Yoga es aplicable en todos los hombres de forma universal. También podemos hacer un análisis de su epistemología, es decir, de la teoría de conocimiento en que se basa para adquirir sus premisas y verdades, con el fin de saber, en ambos casos, si es ciencia y filosofía. Con lo visto hasta ahora en este artículo, ¿crees que el Yoga es una ciencia y filosofía?